Tras el confinamiento, profesionales de diversos sectores volverán al trabajo en un ambiente enrarecido. El virus que detuvo el mundo cambió también los paradigmas de seguridad, bienestar y calidad en las oficinas. El desafío es recuperar la confianza y la ciencia será la clave para lograrlo.
Estamos viviendo cambios muy importantes. Uno de ellos es que como sociedad hemos puesto la salud en el centro de nuestras prioridades y eso impacta -como es de esperar- en la cotidianidad laboral, en sus dinámicas y espacios.
A la finalización gradual del confinamiento le sigue la reactivación de las oficinas. Un panorama en el que varios paradigmas se están replanteando. Atrás van quedando el ratio de ocupantes por metro cuadrado y la eficiencia energética como criterios de calidad. Ahora otras preguntas ocupan a arquitectos, usuarios y empresarios: ¿Qué significa la seguridad en el trabajo? ¿Cuáles son los nuevos mínimos de bienestar laboral? ¿Qué estándares de calidad deberían cumplir las oficinas?
Aunque estamos avanzando en la comprensión y construcción de una nueva normalidad, y algunas certezas llegarán sobre la marcha, lo cierto es que la seguridad, el bienestar y la calidad coinciden en un punto insoslayable: los espacios deberán ser saludables o no serán ni seguros, ni beneficiosos, ni de calidad. Y si eso sucede, tampoco serán confiables para los trabajadores, clientes y la sociedad en general.
Las empresas tendrán que tomar medidaspara recuperar la tranquilidad colectiva, que van desde mantener el distanciamiento social y el teletrabajo, a acometer medidas arquitectónicas físicas, perdurables y monitorizadas en tiempo real, que minimicen los contactos y erradiquen las bacterias y los virus del aire y de las superficies de contacto, pues el Covid-19 ha demostrado que los espacios laborales juegan un papel esencial en la prevención y contención de enfermedades, por lo que deben estar mejor preparados para situaciones similares que no solo ponen en riesgo la vida, sino la estabilidad económica y social de todo el país.
Al cambiar la normalidad, también lo hacen los espacios
El derrumbe de los paradigmas de calidad y seguridad en oficinas da lugar a cambios importantes y evidentes: la salubridad será el nuevo primer criterio de compañías para elegir sus espacios, tendremos nuevas normativas, cobrarán especial relevancia los certificados y sellos de arquitectura saludable que validen en tiempo real la salubridad de los espacios y de los edificios y, como estamos viendo, se seguirán modificando las dinámicas convencionales de trabajo.
El teletrabajo junto a la universalización de las videoconferencias ha provocado un replanteamiento abrupto en los modelos gestión de empresas y de personas así como un avance rapidísimo en la digitalización. El resultado del cambio ha convencido a muchas empresas y empleados, y algo que parecía temporal, se convertirá en definitivo en muchos casos. Esto va a tener gran impacto en varias dimensiones, como son lareducción de espaciosde oficina, de la movilidad, de la contaminación y del consumo de recursos, y por otro lado, un aumento de tiempo disponible para el empleado, y según apuntan algunos estudios, un incremento de productividad.
Un necesario espejo en el que mirarse salvando las enormes diferencias culturales, es China. Nos lleva una delantera de al menos dos meses en la pandemia y sus consecuencias. Allí,sin embargo, según un sondeo publicado por la BBC, la mayoría están reportando una reducción de la eficiencia al trabajar desde casa, «casi el 37% no informó un cambio en su eficiencia, mientras que menos del 10% dijo que trabajaba de manera más eficiente desde su hogar.»
Muchas empresas están evaluando liberar una parte de sus instalaciones o incluso, como en el caso de algunas tecnológicas, no volver a ocuparlas en absoluto. En este escenario de flexibilidad, gran parte de los puestos, será de rotación. Habrá más adecuaciones destinadas al trabajo creativo en equipo y las salas reuniones estarán siempre dotadas de equipos de videoconferencia o de telepresencia. Las compañías tendrán que asegurar la operativa en remoto, por lo que se incrementará la disponibilidad de información en la nube, mejorará la conectividad desde los hogares y la redundancia de las salas técnicas o CPD será aún másestratégica.
Todo lo anterior transforma también las adecuaciones que requieren nuestras viviendas, pues habrá que acondicionarlaspara teletrabajar sin afectar nuestro bienestar, asegurandoun mínimo de condiciones de ergonomía, iluminación, confort térmico, acústico y de calidad del aire. Por ejemplo, ¿somos conscientes de la velocidad a la que sube la concentración de CO2 en una habitación cerrada y sus consecuencias? Deberíamos, nuestra salud está en juego.
Un enfoque irrenunciable
Todas las crisis revelan también soluciones. Y la Arquitectura Saludable -un concepto en el que Galöw es pionero en España desde hace veinte años- se está consolidando como el enfoque estratégico para asumir el proceso de transformación empresarial y social que atravesamos. Concepto que propugnan también en USA Instituciones tan prestigiosas como Harvard o el IWBI. Estudios previos a la pandemia, demostraban que su aplicación generaba un 37% menos de absentismo, 21% de mayor productividad, duplicaba los ingresos, incrementaba en un 10% la satisfacción del cliente y disminuía en 65% la rotación de los empleados.
En este nuevo contexto logra ademásaportar el mayor nivel de seguridad posible -la seguridad total no existe- en la vuelta al lugar de trabajo físico y adoptar gradualmente la “nueva normalidad” minimizando incertidumbres.¿Por qué? En esencia porque sus fundamentos son científicos y no solamente aminoran riesgos de salud actuales, sino que prevén los que puedan surgir en el futuro.
Ahora que ninguna empresa se puede permitir que sus empleados estén intranquilos o incluso paralizados por el miedo al contagio, los protocolos de distanciamiento y las medidas de higiene que han marcado las autoridades sanitarias son un mínimo, pero no son suficientes. Es fundamental preparar los edificios a través de la adecuación de los espacios, la orientación de los usuarios y la instalación de tecnologías que faciliten la monitorización y limpieza.
Y como de prioridades hablamos, la clave está en el aire. Según Wang Zhou, director del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Wuhany profesor sénior invitado de la Universidad de Pensilvania, se trata de una de las fuentes de transmisión clave del virus, pues las microgotas que emitimos al hablar, toser o estornudar pueden permanecer suspendidas en el aire durante horas. Algo que el MIT ha confirmado.
¿Qué hacer? Poner el foco enlos ambientes interiores y en particular en la pureza del aire, que en el interior está de promedio entre 2 y 5 veces más contaminado que el exterior. Lo primero es incrementar la ventilación para diluir patógenos, contaminantes y filtrar el aire. Un paso más allá y que ha tenido éxito en Corea, es el uso de purificadores. Si estos están dotados de tecnologías avanzadas e inocuas, que inactivan los patógenos en el aire y en las superficies y se monitorizan los resultados de manera continua, estaremos en las mejores condiciones para recuperar la confianza. En España, esta tecnología desarrollada por la NASA está disponible a través de Galöw y cada vez tiene mayor acogida.
Las alternativas para adecuar cada espacio son relativas a cada caso. La contribución experta en estos momentos es fundamental porque se trata de una inversión de largo plazo en una dimensión invaluable: la vida y el bienestar. La buena noticia es que la ciencia de la Arquitectura Saludable avanza y nos permite no solo vencer el miedo y acomodarnos a una nueva normalidad, sino construirla.
Publicado originalmente el 31 de agosto en capitalhumano.wolterskluwer.es