Arquitectura saludable y neuroarquitectura en los espacios de trabajo (Espacio Aretha)

Nuestra CEO y presidenta del Observatorio de Arquitectura Saludable (OAS), Rita Gasalla, firma este artículo publicado en Aretha y titulado «Arquitectura saludable y neuroarquitectura en los espacios de trabajo».

Frecuentemente visualizamos los espacios de trabajo como lugares “inteligentes”, donde se emplea la tecnología más avanzada y se reducen costes de funcionamiento e impacto medioambiental. Sin embargo, nos falta incorporar un concepto fundamental: saludable. Porque no podemos calificar de inteligentes o avanzados a los espacios que no cuidan de las personas.

Los espacios de trabajo, en los que pasamos buena parte de nuestras vidas, deben responder a las necesidades de quienes los ocupan, siendo flexibles (para permitir distintas formas de trabajar), atractivos (para seducir y fidelizar al talento emergente), colaborativos (favoreciendo la comunicación y conexión de los equipos) y únicos, ofreciendo la mejor experiencia de usuario.  

Gracias a la arquitectura saludable y la neuroarquitectura conseguirlo, sin un incremento de costes significativo, es posible. La clave es incorporar los criterios en los que nos basamos, para diseñar y construir los espacios desde estos preceptos. El objetivo es conseguir un workplace saludable e innovador, un espacio anti estrés que potencie la creatividad y el compromiso con la empresa.

Resulta fácil comprender que al favorecer los ambientes amables con las personas (a nivel físico, mental y social) estamos potenciando el buen funcionamiento y la productividad de las organizaciones. Aunque aún queda mucho camino que recorrer, afortunadamente las empresas son cada vez más conscientes de la necesidad de proteger y potenciar su capital humano para ser más competitivas.

Este convencimiento está basado en numerosos estudios que certifican el impacto que la arquitectura saludable y la neuroarquitectura tienen en las personas, y que difundimos y explicamos desde el Observatorio de Arquitectura Saludable (OAS). Nuestro objetivo es democratizar estos principios, que contribuyen al bienestar, calidad y esperanza de vida de los ciudadanos, sin descuidar ni la protección del medio ambiente ni la cuenta de resultados empresariales.

¿Cómo es posible aunar todo esto? Algunos de los principales factores son estos: calidad del aire (una buena calidad del aire además de proteger nuestra salud puede incrementar la productividad entre un 8% y un 11%); confort higrotérmico y acústico (trabajar en espacios ruidosos puede reducir la eficiencia hasta en un 60%); luz (la calidad, color, intensidad y dirección de la luz condiciona nuestro confort visual, es fundamental para descansar y evitar problemas físicos y mentales que mermen nuestro rendimiento) y biofilia (la naturación de los espacios beneficia a nuestra salud y estado de ánimo y puede aumentar el rendimiento hasta un 15%).

Hay muchos otros factores importantes (materiales, ergonomía, colores, orientación…) que tenemos en cuenta a la hora de diseñar los espacios. La neuroarquitectura analiza científicamente, con datos medibles, cómo los entornos pueden modificar nuestras emociones y procesos cognitivos. Con esos datos podemos diseñar espacios que nos hagan sentir relajados, alegres y cómodos. 

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Rita Gasalla neuroarquitectura en los espacios de trabajo

Un paso más allá: rehabilitación edificatoria con criterios de arquitectura saludable y neuroarquitectura (CIC Construcción)

La CEO de Galöw y presidenta del Observatorio de Arquitectura Saludable (OAS) , Rita Gasalla, firma el artículo «Un paso más allá: rehabilitación edificatoria con criterios de arquitectura saludable y neuroarquitectura» en el número 589 de la revista CIC Construcción.

Como explica Gasalla, «la rehabilitación de inmuebles que impulsan las administraciones nos va a permitir vivir en espacios más eficientes y menos contaminantes. Pero acometer las reformas con el único objetivo de reducir el consumo, o la consecución de una subvención, puede ser un enfoque muy miope. Deberíamos ser mucho más ambiciosos. Además de ahorrar energía y reducir las emisiones, podemos propiciar las condiciones adecuadas para que las personas se sientan bien, a todos los niveles: física, mental y socialmente. Es lo que promovemos aplicando los criterios de la arquitectura saludable y la neuroarquitectura».

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Healthy Smart Cities. Humanizar las ciudades del futuro. Por Rita Gasalla (Revista Ciudad Sostenible)

 

En menos de 30 años, 7 de cada 10 personas vivirán en unas ciudades que habrán duplicado su población. Debido a este crecimiento exponencial, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) prevé que en 2050 habrá 6.300 millones de personas viviendo en ciudades, del total de la población mundial que ascenderá a 9.000 millones de habitantes.

Más del 80% de la riqueza mundial se genera en las ciudades, que son además de motor económico, la principal fuente de contaminación y emisiones de CO2. Aunque muchas personas sueñen e incluso hayan optado por volver al campo y a los entornos rurales, lo cierto es que el futuro de la humanidad es urbano.

Por eso, el gran reto que tenemos entre manos es diseñar cómo queremos que sean las ciudades en las que viviremos nosotros y las generaciones futuras, dando respuesta a los importantes problemas que plantea la concentración de un gran número de personas. Obviamente debemos abordar el abastecimiento energético, la gestión de los residuos, las emisiones contaminantes, el suministro de agua, la movilidad y ordenamiento del tráfico y la provisión de bienes y servicios.

Pero eso no es suficiente. Necesitamos plantear un modelo urbano mucho más ambicioso, más allá de la eficiencia y automatización de sus dinámicas. Un paradigma de ciudad más poderoso, que tenga como prioridad la salud, bienestar y seguridad de los ciudadanos, especialmente de aquellos colectivos más vulnerables como ancianos, niños y personas con movilidad reducida. Es lo que llamamos Healthy Smart City.

Se trata de ir un paso más allá de los objetivos de la Smart City centrados en el desarrollo sostenible y una mejor gestión de los recursos con la aplicación de las Tecnologías de la Información, la Comunicación (TIC) y el Big Data.

Dotar a las ciudades de sensores para optimizar el gasto eléctrico o monitorizar la recogida de residuos es muy útil y necesario y está en línea con el compromiso medioambiental de las ciudades recogido en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Muchas son las ciudades que en las últimas décadas han avanzado en este sentido. Algunos de los ejemplos más llamativos están en Asia, según recoge el Smart City Index de 2022.

Shanghai, por ejemplo, cuenta con una plataforma de datos donde los ciudadanos pueden encontrar más de 1.200 servicios ofrecidos por la ciudad. Seúl dispone de robots patrulla que velan por la seguridad de los niños. En Pekín, puedes pagar y acceder a prácticamente todo mediante tu teléfono móvil.

En Europa, fueron pioneras Ámsterdam, y en España, Santander, Tarragona o Málaga. Cada vez son más las ciudades “inteligentes” que han duplicado su inversión en tecnología con el objetivo de reducir costes y mejorar en eficiencia energética y servicios a los ciudadanos.

Pero, ¿Es suficiente? ¿Qué están haciendo las Smart Cities por la salud física, mental y social de las personas?  ¿Qué papel tienen en ellas la arquitectura saludable y la neuroarquitectura que se ocupan de estos aspectos?

Durante los últimos años el debate se ha centrado en la tecnología y la eficiencia, y ha pasado de puntillas sobre aspectos tan vitales como la salud, la inclusión o la igualdad social. Y eso a pesar de la reciente y traumática experiencia de una pandemia que puso en jaque al mundo, paralizó nuestras ciudades y economías, causó millones de muertes y daños a nivel mental y social difíciles de cuantificar.

En 2020 fuimos conscientes de que nuestra sociedad, el sistema de producción y protección que habíamos diseñado, se podía desmoronar como un castillo de naipes si no poníamos el foco en la salud de las personas. Ahora sabemos que no sirve de nada una gestión sostenible de los recursos si los espacios construidos en los que vivimos y trabajamos no nos protegen.

Las Healthy Smart Cities nos ofrecen la oportunidad de mejorar la vida de la mayor parte de la población del planeta. No se trata únicamente de impulsar el crecimiento económico del mundo, pensando en tecnología, sostenibilidad e impacto en el medio ambiente. Es una visión integrada, mucho más ambiciosa, basada en el bienestar de los ciudadanos, en sus distintas etapas vitales y circunstancias.

Un ejemplo de esta visión humanista y saludable que promovemos desde el Observatorio de Arquitectura Saludable podría ser en España la ciudad de Pontevedra, a la que uno de los periódicos económicos más importantes del mundo, el Financial Times, puso como ejemplo en 2020 de ciudad saludable para vivir, junto a otras cinco en el mundo. En ese reportaje se destaca la recuperación de espacios públicos para los ciudadanos y el consiguiente impacto en su comportamiento, salud y bienestar.  Efectivamente ese es uno de los grandes logros de la ciudad gallega: haber reconquistado para las personas el espacio perdido en beneficio del automóvil. Pensemos que los coches ocupan aproximadamente un 70% de los espacios urbanos (entre calzadas y aparcamientos).

Con las peatonalizaciones, aparcamientos disuasorios y el transporte público, Pontevedra invita a los ciudadanos a salir a la calle, pasear y relacionarse, crea un entorno amable con niños, personas mayores o con dificultades motoras y apoya al comercio de proximidad. Este modelo de ciudad ha rebajado los niveles de contaminación atmosférica y acústica; mejorado la calidad del aire y la movilidad; incrementado la actividad económica y el sentimiento de orgullo y pertenencia de sus habitantes. Es además un magnífico ejemplo de cómo el urbanismo puede generar buenos hábitos.

Tanto los edificios como el entorno urbano son determinantes en nuestra salud y ya he apuntado algunos de los factores más importantes. El primero de ellos es la calidad del aire.  En países subdesarrollados o en vías de desarrollo, el 98% de las ciudades no tiene niveles seguros mientras que en los países avanzados el porcentaje desciende al 56%.

Son muchos los estudios que constatan los efectos perjudiciales que tiene en nuestra salud la contaminación del aire, y en particular la procedente del tráfico y de las calderas de combustión. Causa enfermedades respiratorias, cáncer de pulmón e ictus, entre otras, y afecta también negativamente a nuestra capacidad cognitiva, rendimiento y bienestar. Por lo tanto, mejorar la calidad del aire en las ciudades debe ser una prioridad para autoridades, arquitectos y urbanistas.

Otro de los retos de las Healthy Smart Cities es combatir el ruido, responsable de 12.000 muertes prematuras al año en Europa. En las ciudades encontramos numerosas fuentes de contaminación acústica como el tráfico, la actividad industrial, los establecimientos de ocio o los vecinos. No se trata de simples molestias. Estamos ante un problema de salud pública de primer nivel.

En Europa, una de cada 5 personas está expuesta a niveles de ruido por encima de los recomendados (55Db). Por ello, 22 millones de personas sufren estrés y 6,5 millones trastornos del sueño. Diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, alteraciones del comportamiento o bajo rendimiento son otras de sus consecuencias.

La biofilia es otra de las claves. Ciudad y espacios verdes no pueden plantearse como antagonistas, sino todo lo contrario. La naturación debe cobrar mayor protagonismo en las urbes, acercando la naturaleza a los ciudadanos, con más árboles, zonas ajardinadas, parques, cubiertas verdes y láminas de agua.

La naturación tiene un efecto sanador para las personas porque mejora la calidad del aire, regula temperatura y humedad, embellece el entorno, mejora nuestra salud mental -puesto que contribuye a reducir el estrés y aporta una sensación de calma y bienestar- y favorece el rendimiento intelectual, la creatividad y la interacción social.

En las últimas décadas, el crecimiento de las ciudades, el uso de materiales inadecuados en las fachadas y pavimentos urbanos y la proliferación de equipos de refrigeración, han provocado lo que se conoce como el efecto “isla de calor” por el que las temperaturas de los núcleos urbanos pueden ser hasta 10 grados centígrados superiores a las de los alrededores.

El calor incrementa las enfermedades cardiovasculares y respiratorias, impide la concentración, eleva los accidentes laborales y la mortalidad. Por lo tanto, diseñar una ciudad que nos proteja de las temperaturas extremas, con un trazado favorable a los vientos dominantes, propiciando el sombreado, la evaporación a través de láminas de agua y espacios verdes, y poniendo en valor la conexión primitiva que tenemos los seres humanos con la naturaleza, es una cuestión de primer orden.

Como lo es también en las Healthy Smart Cities lo que llamamos urbanismo de elección, aquel que nos permite diseñar los espacios urbanos para inducir a la población a tomar aquellas decisiones que benefician a su salud. Podemos, por ejemplo, promover el ejercicio físico ensanchando las aceras y proponiendo zonas peatonales agradables y accesibles que nos inviten a andar y montar en bicicleta en vez de coger el vehículo; áreas de encuentro donde poder relacionarnos con otras personas al aire libre; edificios que nos propongan escaleras y rampas frente al ascensor; parkings para bicicletas y un largo etcétera. Son muchas las soluciones para diseñar y construir ciudades que además de ser respetuosas con el medio ambiente y eficientes, contribuyan a mejorar la salud de los ciudadanos y aumenten la calidad de vida en el entorno urbano.

No olvidemos que el sedentarismo es otra de las graves amenazas para la población. Aunque los médicos advierten sobre sus riesgos para la salud y recomiendan andar entre 30 y 40 minutos diarios, la realidad es que muchos ciudadanos pasan más de 6-8 horas al día, durante cinco días a la semana, frente a ordenadores y pantallas. En los adultos, un mayor sedentarismo eleva el riesgo de enfermedades cardiovasculares, cáncer y diabetes tipo 2. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un estilo de vida más activo podría evitar hasta cinco millones de muertes al año en el mundo.

Andar. Esa es la solución. Pero las ciudades del siglo XX no se diseñaron para eso sino pensando en el tránsito de vehículos y mercancías. Los ciudadanos de las grandes urbes perdemos gran parte de nuestro tiempo en largos desplazamientos y esto causa frustración y estrés. Como dijo el sociólogo Richard Sennett, “la distancia se convirtió en un vicio cuando la densidad debiera haber sido una virtud”. Los problemas de movilidad han generado un profundo debate en las grandes ciudades.

Su crecimiento desordenado, sumado a la insalubridad de buena parte del parque edificatorio español, acrecienta la brecha social. Distintos estudios constatan cómo la esperanza de vida de los habitantes de distintos barrios de una misma ciudad, puede llegar a variar hasta 10 años.

Por tanto, es muy importante que abordemos el rediseño de las ciudades desde los planteamientos de la arquitectura saludable y la neuroarquitectura y desde el concepto de las Healthy Smart Cities. Es aquí donde profesionales, organizaciones y autoridades debemos abordar una nueva configuración de la ciudad, superando los tradicionales trazados urbanísticos y apostando por nuevos modelos, donde el individuo recupera el protagonismo que perdió en beneficio del automóvil. Se reducen así los niveles de contaminación atmosférica y acústica, los ciudadanos vuelven a ocupar la calle y el comercio local incrementa sus ventas.

El éxito de ese modelo de peatonalización en Europa llevó al policentrismo, promoviendo la creación de microcentros donde se recupera la vida de barrio en detrimento del centro único de la ciudad. Este es un arquetipo amable con las personas al que en los últimos años se han adherido ciudades como París, Londres, Copenhague, Berlín, o Valencia y Vitoria, en España.

Un caso de éxito de policentrismo es la “ciudad de los 15 minutos”, un concepto acuñado y desarrollado por el experto internacional Carlos Moreno, que propone la adaptación de los centros urbanos en base a la economía y la sostenibilidad. De esta forma, se diseña la ciudad para que sus habitantes puedan acceder a todos los servicios que necesitan en un radio de 15 minutos a pie o en bicicleta, sin necesidad de utilizar vehículos motorizados.

Pero hay que insistir en la necesidad de repensar las ciudades, más allá del aspecto tecnológico y energético. La gestión eficiente, sostenible y respetuosa con el medio ambiente es solo un primer escalón. Hay que pasar al siguiente nivel en el que se sitúa la salud y bienestar de las personas, la seguridad, la igualdad y la inclusión.

Debemos diseñar y construir los espacios que den respuesta a las necesidades de todos los individuos y colectivos de la sociedad, en las distintas etapas de la vida. El urbanismo y la arquitectura saludables pueden facilitar que hombres y mujeres conjuguen trabajo y vida familiar y personal, atrayendo a las grandes urbes el talento, sobre todo el digital, y la inversión.

Hay además que asumir el envejecimiento de la población, evitando la gentrificación e integrando a las distintas generaciones, elevando los niveles generales de salud y esperanza de vida y potenciando el progreso.

Esta es la propuesta de las Healthy Smart Cities, ciudades propicias para la innovación urbana con áreas locales atractivas, accesibles, seguras, inclusivas y saludables, que promueven la naturación de los espacios públicos, priorizan la calidad del aire y del agua y la ausencia de ruidos y se fundamentan en la colaboración ciudadana. Urbes con un nuevo marco regulatorio que limite la radiación electromagnética admisible y que mejore la ventilación de los edificios, construidos con materiales libres de tóxicos, su soleamiento, accesibilidad, aislamiento e iluminación. Todo estudiado y medido para que los ciudadanos puedan desarrollar una vida saludable plena.

 

 

6 Galow Arquitectura Saludable Hotel Restaurant Garden Roof GalowProyecto de Rita Gasalla para Galöw. Restaurante ático Hotel Puerta América de Madrid

 

Tenemos la responsabilidad colectiva de trazar una agenda común y alcanzar acuerdos para garantizar unos nuevos y ambiciosos mínimos de salubridad en edificios y ciudades. Es necesario prepararse para el futuro en materia de salud pública y desarrollo tecnológico.

En este contexto, la labor del Observatorio de Arquitectura Saludable que tengo el honor de presidir es fundamental. Además de ofrecer información científica y académica a la comunidad, divulgamos conocimientos sobre arquitectura y salud y recomendamos acciones relevantes a instituciones y autoridades. En nuestro manifiesto recordamos que la vida es un privilegio y que preservarla es un desafío. Sobre todo, en las ciudades modernas, cada vez más grandes y más hostiles con las personas.

Me gusta recordar que la arquitectura es la expresión de lo que queremos como sociedad. Nos permite preguntarnos sobre los espacios y las dinámicas que queremos que existan en ellos y, además, sobre la realidad que queremos configurar y que trasciende a las futuras generaciones.

La arquitectura ha sido desde los orígenes de la humanidad un instrumento para mejorar la vida y la salud de las personas, promoviendo su desarrollo y bienestar. Hoy sigue siendo la herramienta que nos permitirá convertir una ciudad enfermante, en un espacio colectivo cuidador y lleno de oportunidades.

En el libro “La ciudad en la historia”, el historiador urbano Lewis Mumford escribió que “quizás la mejor definición de la ciudad en sus aspectos más elevados es decir que es un lugar diseñado para ofrecer los espacios más amplios para promover conversaciones significativas”. Y esas conversaciones significativas solo son posibles si la ciudad es saludable.  Porque es mucho más que una gran superficie densamente poblada. La ciudad es cultura, liderazgo, inclusión, diseño, creatividad y debe representar salud y bienestar para quienes la habitamos.

Con la arquitectura saludable estamos construyendo el futuro.

 

Artículo completo en la revista Ciudad Sostenible

 

Arquitectura saludable y neuroarquitectura: rehabilitar para vivir más y mejor (iRehabitae)

 

La CEO de Galöw y presidenta del Observatorio de Arquitectura Saludable (OAS) firma en el número de julio de 2023 de la revista iRehabitae un artículo titulado «Arquitectura saludable y neuroarquitectura: rehabilitar para vivir más y mejor«.

En este artículo, Gasalla explica por qué hay que ir más allá de los criterios de sostenibilidad y eficiencia energética a la hora de acometer obras de rehabilitación y mejora en viviendas, oficinas, o cualquier otro tipo de espacio construido.

En este artículo hace un repaso de todos aquellos factores que tenemos en cuenta en la arquitectura saludable y la neuroarquitectura y que impactan en el bienestar físico, mental y social de las personas.

Como escribe nuestra CEO, «Más allá de la eficiencia energética, con la arquitectura saludable y la neuroarquitectura rehabilitamos para vivir
más y mejor».

 

Artículo completo

 

Firma iRehabitae

 

Rehabilitar, por salud. Por Rita Gasalla (CIC Construcción)

Artículo de Rita Gasalla en la revista CIC Construcción

 

En los últimos años, en buena parte debido a la crisis energética e inflacionaria que estamos viviendo, se ha tendido a identificar rehabilitación con eficiencia energética. Reformar para ahorrar. Pero rehabilitar debería ser mucho más. Podemos mejorar el entorno urbanístico y los espacios cerrados en los que pasamos alrededor del 90% de nuestras vidas, impactando así positivamente en nuestra salud y bienestar.

En España, tenemos mucho trabajo por hacer porque tenemos el parque construido más envejecido de Europa, con aproximadamente 10 millones de viviendas susceptibles de ser rehabilitadas. El 80% del parque edificado en nuestro país tiene más de 20 años. Eso significa, que la calidad de vida de muchos millones de personas está comprometida porque como demuestran los estudios científicos, existe una relación directa entre las condiciones de la vivienda y la salud de sus ocupantes.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las condiciones inadecuadas de las viviendas causan solo en Europa más de cien mil muertes y morbidades al año. Un 15% de la población europea vive en una casa con goteras, humedades en las paredes o suelos, y deterioro en los elementos estructurales o la carpintería. Un 20% vive en una vivienda que no le protege del calor excesivo en verano y un 13% en una que no le proporciona suficiente calor en invierno. Lo más habitual es que reúnan más de un factor de riesgo.

Más de 13 millones de viviendas en España no cuentan con ninguna medida pasiva de ahorro energético. Aquí los fondos Next Generation son una oportunidad histórica para su mejora, si bien estamos constatando dificultades y retrasos en el acceso de los ciudadanos a las ayudas. El Gobierno central y las Comunidades Autónomas tienen la responsabilidad de promover y agilizar el acceso a esa financiación.

El confort higrotérmico, además de reducir el consumo de energía tiene un impacto positivo en nuestra salud y bienestar. Por el contrario, las temperaturas fuera del rango (19º-24º centígrados) pueden provocar problemas físicos como deshidratación, dolores de cabeza, enfermedades respiratorias y dermatológicas o vómitos. El año pasado el exceso de calor causó en España unas 3.800 muertes solo en los meses de julio y agosto. Una temperatura inadecuada afecta también a nuestro estado de ánimo y reducen la productividad hasta un 10%.

Mejorar la calidad del aire que respiramos es otro de los grandes retos a los que nos enfrentamos y que debemos abordar en el proceso de rehabilitación. En los interiores, el aire está de promedio entre 3 y 5 veces más contaminado que en el exterior.

Contamos con el recurso tradicional de la ventilación cruzada, pero no es conveniente usarla en entornos contaminados. En estos casos, podemos instalar sistemas de ventilación mecánica de doble flujo que permiten mejorar la calidad del aire interior con filtros que purifican el aire procedente del exterior. Si además incorporamos un intercambiador de calor, reduciremos los costes energéticos. La calidad del aire es fundamental para preservar la salud pública, convirtiéndose en un factor estratégico para la economía de cualquier país.

La luz es otro de los elementos más importantes a tener en cuenta. Sorprende que España, el país del sol, tenga la mayor proporción de viviendas con luz natural insuficiente de Europa. Uno de los principales problemas que detectamos durante la pandemia, cuando tuvimos que aislarnos en nuestras casas, fue la falta de acceso a espacios exteriores, como jardines o terrazas. No es una cuestión menor porque la luz del sol regula nuestros ritmos circadianos ayudándonos a mejorar el estado de ánimo, la capacidad cognitiva, y la calidad del sueño.

Para disfrutar de las ventajas de la entrada de sol en las viviendas en invierno, la orientación y el soleamiento juegan también un papel importante, como los elementos arquitectónicos que nos protegen del sobrecalentamiento que se produce en verano. De esta forma podremos disfrutar del bienestar que ya nuestros antepasados resumían en este refrán: “donde entra el sol no entra el médico”.

Otro factor clave a la hora de rehabilitar los espacios construidos es el confort acústico. Según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), uno de cada cinco europeos vive expuesto a niveles de ruido nocivos para su salud. En Europa se registran alrededor de 12.000 muertes prematuras por la contaminación acústica que causa problemas de sueño y concentración, ansiedad, enfermedades nerviosas, cardiovasculares y auditivas.

Se estima que el 93% de los edificios en España fue construido antes de la entrada en vigor de la normativa actual que sí contempla actuaciones para reducir la exposición al ruido de las personas. Nuevamente, la rehabilitación se plantea con solución a esta situación. Podemos y debemos mejorar el confort acústico, más allá del habitual cambio de ventanas, por ejemplo, con una adecuada hermeticidad de la envolvente de los edificios que refuerza el confort acústico y aumenta considerablemente el confort térmico, y con actuaciones a nivel urbanístico como la peatonalización de las calles y la reducción del tráfico, principal fuente de ruido y contaminación en las ciudades.

Las rehabilitaciones en masa nos permiten además reducir notablemente las emisiones de CO2 a la atmósfera de las ciudades. No olvidemos que el 70% de los gases de efecto invernadero procede de los núcleos urbanos. En Madrid, los inmuebles son responsables del 35% de las emisiones de CO2 que llegan a su atmósfera.

Aquí también juega un papel fundamental la naturación de los espacios. Rehabilitando con criterios biofílicos, introduciendo parques, jardines, árboles, plantas y cubiertas y fachadas verdes, contribuimos a mejorar la calidad de vida de las personas. Estar cerca y en contacto con la naturaleza nos proporciona bienestar físico y mental. Además, contribuye a mitigar el calentamiento urbano, ahorrar energía y mejorar la calidad del aire y el confort higrotérmico en edificios y ciudades.

La vegetación también nos ayuda a crear entornos bellos, relajantes y curativos, donde es más fácil relacionarse y que, por lo tanto, incrementan la cohesión social. Edificios tan importantes como hospitales, residencias, centros de salud o colegios, deberían rehabilitarse aplicando los criterios de arquitectura saludable para evitar ser enfermantes y convertirse en el tercer cuidador de sus usuarios. También deben ser accesibles, flexibles e inclusivos, dando relevancia a la arquitectura de elección, que es la que nos permite diseñar arquitectónicamente para que la gente tome decisiones que benefician a su salud como hacer ejercicio, comer bien, dejar de fumar o reunirse.

La arquitectura es un gran vertebrador de la sociedad y una herramienta de justicia social.  La rehabilitación del envejecido parque edificado español es urgente e inaplazable porque mejoraría las condiciones de vida de los ciudadanos, y articularía una sociedad más comprometida.

El sector de la construcción es consciente y está comprometido con la huella de carbono, la rehabilitación energética y la sostenibilidad, pero hay que pedirle más. También a los ayuntamientos, para que apuesten por la arquitectura saludable para mejorar la salud y el bienestar físico, mental y social de las personas.

En 1974, Marc Lalonde estableció los determinantes de la salud, según los cuales, un 62% de ella depende de nuestro estilo de vida y nuestro entorno. Eso significa que la alimentación, hábitos y espacios que ocupamos influyen más en nuestra salud que la herencia genética y la asistencia sanitaria que determinan sólo el 38% restante.

Por eso es tan importante rehabilitar aplicando los criterios de la arquitectura saludable, yendo más allá de la sostenibilidad y la eficiencia energética. Queda mucho por hacer porque en España la tasa de rehabilitación es muy inferior a la media europea. Para cumplir los objetivos marcados para 2050, tendríamos que ser capaces de rehabilitar 350.000 viviendas al año, es decir, una tasa de rehabilitación alrededor del 3,5% anual (ahora estamos en el 0,8%).

No se trata de construir más sino de construir mejor y de rehabilitar lo ya construido. Como se indica en el “Manifiesto la descarbonización comienza con la rehabilitación”, suscrito entre otras entidades por el OAS, “la rehabilitación de los edificios es un pilar fundamental no sólo para alcanzar una economía sostenible y resiliente, sino también para la recuperación económica tras la pandemia de la Covid-19”.

Rehabilitación y arquitectura saludable son el binomio perfecto.

 

Publicado en CIC Construcción. Marzo 2023

 

Arquitectura saludable: la salud de los empleados y el éxito de las organizaciones, por Rita Gasalla

Artículo de Rita Gasalla, CEO de Galöw Arquitectura Saludable, en Formación en Seguridad Laboral

Después de unos meses en los que el teletrabajo era la única opción posible, hemos vuelto a trabajar a la oficina. Aunque no de la misma manera.

Muchas empresas han tenido que readaptar sus organizaciones tras la pandemia para atender a un modelo de trabajo híbrido, combinando presencialidad y teletrabajo para garantizar la salud y el bienestar de la plantilla.

Aunque muchas organizaciones consideran que es necesario que los empleados acudan a sus espacios de trabajo para generar el intercambio de ideas que hace progresar a las compañías, hay quienes se resisten a volver. Tal es así que algunos días las instalaciones están prácticamente vacías.

Siempre ha sido importante, pero en estos momentos en los que las empresas necesitan atraer y fidelizar el talento, es fundamental diseñar espacios de trabajo atractivos y saludables, reinventando las oficinas para que sean lugares seguros e inspiradores, en los que los empleados deseen estar.

Las oficinas han dejado de ser meros espacios físicos donde ir a trabajar para convertirse en espacios de participación, ideados para promover la creatividad y productividad de las personas y la inteligencia de los equipos. La arquitectura saludable nos permite diseñar y construir espacios de trabajo pensados por y para las personas. Es una propuesta de valor para las organizaciones.

¿Por qué? En cualquier empresa, los costes de personal suponen el 90% de los costes operativos, por lo que cualquier actuación sobre esa partida afecta al balance de resultados. La arquitectura saludable permite rebajar hasta en un 30% el absentismo laboral actuando sobre diversos factores.

 

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Artículo Formación En Seguridad Laboral

Arquitectura saludable frente a arquitectura sostenible, por Rita Gasalla (El Economista)

Artículo de Rita Gasalla, CEO de Galöw, en El Economista.

Artículo El Economista

Muy a menudo escucho cómo se confunden o utilizan indistintamente los términos sostenible y saludable para referirse a la arquitectura que desarrollamos profesionales como yo. Sin embargo, teniendo ambas el propósito del bien común, no son lo mismo: mientras la arquitectura sostenible pone el foco en el planeta, la arquitectura saludable lo pone en las personas.

Cuando hablamos de arquitectura sostenible, nos referimos al impacto que los espacios construidos tienen sobre el medio ambiente. El sector de la construcción es uno de los más contaminantes, siendo responsable de hasta un 40% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, según la Alianza Global para los Edificios y la Construcción (GlobalABC). Para controlar esta huella, es importante actuar sobre los edificios y el urbanismo en su conjunto. En el caso de España, el 80% del parque inmobiliario está obsoleto y es ineficiente, por lo que hay más edificios contaminantes que sostenibles. La aplicación de los estándares medioambientales y de eficiencia energética, se certifique o no un edificio, mejora algunos de los aspectos relacionados con la salud de los ocupantes, como el confort higrotérmico, la calidad del aire y el aislamiento acústico, pero esto no es suficiente. Puede darse el caso de tener un espacio sostenible que no sea saludable.

La arquitectura saludable va un paso más allá de la sostenibilidad, y además de asumir las premisas medioambientales, se centra en el impacto que tienen los espacios construidos sobre la salud de las personas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud es “un estado completo de bienestar físico, psíquico y social”. La arquitectura puede impactar positivamente en estos tres aspectos, ya que, de promedio pasamos el 90% de nuestras vidas dentro de edificios. Desde que en 1974 Lalonde estableciera los “determinantes de salud”, hoy ampliamente aceptados, se considera que el 62% de nuestra salud depende de estilo de vida y entorno.

Es decir, la alimentación, nuestros hábitos y los espacios que ocupamos influyen más en nuestra salud que la suma de factores de herencia genética y calidad de la asistencia sanitaria, que determinan el 38% restante.Un proyecto arquitectónico puede añadir o restar valor a una promoción inmobiliaria. Además de proponer el mejor diseño, llegará el momento en que solo se considere de calidad si es saludable. Será una cuestión estratégica.

 

 

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Cómo conseguir el bienestar de las personas en los espacios de trabajo, por Rita Gasalla (ELLE Decor)

Galow Arquitectura Saludable Oficinas Kearney

Recientemente leía un artículo que aseguraba que un edificio inteligente es aquel que emplea la tecnología más avanzada y reduce los costes de funcionamiento. Indudablemente esos aspectos son fundamentales, pero habría que añadir que no hay edificio inteligente si no es saludable.

La pandemia nos ha obligado a repensar los espacios de trabajo, para que además de innovadores, tecnológicamente avanzados y eficientes, sean seguros y saludables.

Ahora, esos espacios deben responder a las necesidades de las personas, con un nuevo modelo, flexible, que permita distintas formas de trabajar; que atraiga y retenga el talento y que ofrezca mejores experiencias a los usuarios. Todo ello sin incrementar costes.

En este contexto, se abren paso nuevos conceptos como el “agile workplace”, un espacio de trabajo ágil, como su nombre indica, en el que un equipo de personas, con libertad y autonomía, construyen colectivamente en un entorno que favorece la comunicación y la relación entre compañeros. Y, además, reduce el estrés, mejora el ambiente laboral y el compromiso con la empresa.

Todos podemos comprender que este ambiente amable favorece la creatividad y la productividad de los equipos. Las empresas son más conscientes que nunca de que para ser competitivas deben proteger y potenciar su principal activo, el capital humano. Y aquí es donde entran en juego la Arquitectura Saludable y la neuroarquitectura, porque los espacios construidos, como certifican prestigiosos estudios realizados al respecto, impactan en el bienestar físico y mental de las personas y en su productividad.

Como decía, no hay entorno inteligente, si no es saludable. Y eso lo medimos con parámetros que nos permiten detectar qué beneficia y qué perjudica a las personas y cómo, por lo tanto, podemos reducir los costes por absentismo laboral.

 

¿Qué factores medimos para saber si un espacio de trabajo es saludable? Los fundamentales son la calidad del aire; el confort acústico e higrotérmico y la iluminación.

 

Sobre la calidad del aire se ha escrito mucho en los últimos años por razones obvias. Lo cierto es que estudios anteriores a la pandemia ya alertaban sobre la importancia de ventilar y filtrar el aire que respiramos, para eliminar las partículas nocivas y para potenciar la capacidad intelectual de las personas.

Los espacios mal ventilados nos provocan dolor de cabeza, fatiga, congestión nasal, mareos, náuseas…Este conjunto de síntomas derivados de la exposición prolongada a espacios mal ventilados, ya se definió en 1984 por la Organización Mundial de la Salud, como el síndrome del edificio enfermo (SBS). Yo prefiero llamar a ese tipo de edificios enfermantes para que se entienda que es el edificio el que provoca problemas de salud a las personas.

 

Estudios realizados por el “International Well Building Institute” demuestran que una mejor calidad del aire incrementa la productividad entre un 8% y un 11%.

También alertan sobre otros factores como el ruido que puede reducir la eficiencia en el trabajo hasta un 60%.  Para evitar el ruido, es tan importante el aislamiento como el acondicionamiento acústico de los espacios. El ruido afecta a nuestro bienestar físico y mental, reduciendo nuestra concentración e influye negativamente en la calidad de nuestro trabajo. También altera los sistemas cardiovascular y endocrino.

 

Otros de los factores clave son temperatura y humedad. Todos sabemos que los valores para alcanzar el confort higrotérmico varían entre los diferentes individuos, pero debemos automatizar el ajuste a las preferencias de los usuarios, ya que, si trabajamos en condiciones térmicas desfavorables y con niveles de humedad inadecuados, podemos sufrir dolores de cabeza, cansancio, problemas de concentración, irritabilidad y hasta alteraciones cardiacas.

 

En la iluminación, lo ideal es aprovechar al máximo la luz natural durante el día, y complementarla con iluminación artificial con buena reproducción cromática y a ser posible adaptada a los ritmos circadianos, aquellos que regulan a lo largo del día procesos biológicos como el sueño. La calidad, intensidad y dirección de la luz condiciona nuestro confort visual y es fundamental para poder dormir bien y evitar dolores de cabeza. Una iluminación incorrecta reduce nuestro rendimiento.

 

Hay además otros factores importantes como la naturación. Introducir plantas vivas tiene un probado efecto positivo en nuestro estado de ánimo, nos inspiran y purifican el aire. Estudios de las Universidades de Cardiff y Exeter certifican que tener plantas o disfrutar de buenas vistas aumenta la productividad hasta un 15%.

 

Los espacios impactan en nuestra salud física y mental, y, la neuroarquitectura, analiza científicamente cómo los entornos modifican nuestras emociones y nuestros procesos cognitivos. Es una herramienta muy útil que traslada las sensaciones que nos provocan los espacios construidos a datos medibles.  Surgió a mediados del siglo pasado, a raíz de la experiencia del virólogo Jonas Salk, descubridor de la vacuna de la polio. Un viaje a Italia, y un entorno único, como la Basílica de San Francisco de Asís, le permitieron terminar con éxito sus investigaciones. Más tarde contactaría con el arquitecto Louis Kahn con el que construyó el Instituto Salk, referencia mundial en biología y neuroarquitectura.

 

Esta disciplina lleva décadas entre nosotros, y en la actualidad se complementa con la arquitectura saludable, el agile workplace, del que hablamos al principio, o el lean office, una filosofía de trabajo que tiene como objetivo optimizar las tareas administrativas, ahorrando costes e incrementando la productividad.

Estamos construyendo un nuevo paradigma sustentado en los pilares de la salud, el bienestar, la inclusión y la sostenibilidad, que es además de social, competitivo y rentable.

 

Artículo de Rita Gasalla, publicado en Revista IFMA edición 17.

 

La gran oportunidad de la energía solar en España, por Felipe Fernández Espejel

 

Paneles Solares

Vivimos en uno de los países más soleados de Europa. En España disfrutamos de unos 300 días de sol al año, unas 2.500 horas anuales. En el norte no se alcanzan esos valores medios, pero si nos situamos en el sur, algunas zonas superan las 3.000 horas anuales de sol.

 

España es un país privilegiado, un lugar idear para aprovechar los beneficios de la energía solar. Sin embargo, no estamos entre los mayores productores de energía solar en Europa, que son Alemania (38%) e Italia (17%). Nos adelantan también Reino Unido (11%) y Francia (7%). España ocupa el quinto lugar (5%).

 

Conscientes de que estamos desaprovechando una de nuestras grandes oportunidades para obtener energía de las renovables, en 2019 se promulgó la ley de autoconsumo RD 244/2019, que introduce numerosos cambios que incentivan la producción de energía solar:

 

✅ Se eliminan las tasas en la generación fotovoltaica (el famoso “impuesto al sol”, que penalizaba el autoconsumo eléctrico).

✅ Hay una redefinición de la compensación de excedentes. Si tus paneles solares generan más energía de la que consumes, esta es vertida a la red eléctrica y la compañía comercializadora la descuenta de la factura, aunque con un precio más bajo que el de venta de la compañía.

✅ Se permite el autoconsumo compartido (comunidades de vecinos y asociaciones).

✅ Se eliminan los límites de potencia de las instalaciones fotovoltaicas (anteriormente no se podía sobrepasar la potencia contratada).

✅ Producción de terceros. Se autoriza el alquiler de tajeados para que terceros generen electricidad y se compartan los beneficios.

 

A raíz de la pandemia, en Europa se formaliza el Plan de Recuperación para Europa, NextGenerationEU, que tiene entre sus grandes objetivos la descarbonización de nuestra economía.

Para ello, el Gobierno, el 29 de junio de 2021 promulga el Real Decreto 477 por el que se aprueba la concesión directa de ayudas para la ejecución de diversos programas de incentivos ligados al autoconsumo y al almacenamiento con fuentes de energía renovables. La concesión de las ayudas de este Real Decreto permite a las Comunidades Autónomas destinar los créditos correspondientes a los destinatarios últimos previstos en el mismo. A partir del mismo, cada Comunidad debe regular dichas ayudas.

 

En Madrid, la Comunidad comunicó el viernes 5 de noviembre que otorgaría ayudas de hasta 3.000 euros para la colocación de paneles solares. El 8 de noviembre la Fundación de la Energía de la CAM anunció que gestionará 87.349.111,30 € en ayudas para la realización de instalaciones de autoconsumo y almacenamiento de energía, destinadas a particulares, empresas y edificios públicos, así como para la instalación de sistemas térmicos renovables en el sector residencial. La cuantía de las ayudas estará determinada en función de la potencia instalada, las características técnicas de cada instalación y la naturaleza del beneficiario.

En el caso de la implantación de autoconsumo fotovoltaico, los incentivos alcanzan los 600 €/kWp, para actuaciones en el sector residencial y los 1.000 €/kWp, para administraciones públicas y tercer sector. La incorporación de sistemas de almacenamiento en instalaciones existentes está subvencionada con ayudas de hasta 490 €/kWp.

 

Además, el pasado 6 de octubre se publica el Real Decreto 19/2021, en el que se modifica la ley 49/1960 de Propiedad Horizontal, cambiando las reglas para acuerdos de las Juntas de Propietarios en lo tocante a la instalación de paneles fotovoltaicos: la aprobación será por mayoría y el propietario disidente estará obligado al pago y el coste de estas obras, que tendrán la consideración de gastos generales.

Hay además otras ayudas para la instalación de paneles solares que pueden ser muy interesantes:

  • Bonificaciones en el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI). En Madrid, bonificación del 50% en la cuota del impuesto durante 3 años a contar desde el otorgamiento de la calificación definitiva, siempre que se solicite en el mismo año de la calificación.
  • Bonificaciones del ICIO (impuesto sobre construcciones, instalaciones y obras). La Comunidad de Madrid ha informado que se elimina la obligación de pedir licencia de obra para la instalación de paneles fotovoltaicos.
  • Deducciones del IRPF. Entre las medidas urgentes contempladas en el Real Decreto-Ley 19/2021 se encuentra deducciones del IRPF, que varían entre un 20% y un 60%, por instalación de placas solares u otras energías renovables en viviendas, con unos límites para cada caso.
  • Ayudas autonómicas puntuales.

Los beneficios que tiene para el planeta el uso de la energía solar, son evidentes. Pero, ¿cuánto nos podemos ahorrar nosotros si colocamos paneles fotovoltaicos en nuestra casa? ¿Merece la pena colocarlos?

Viendo la escalada de precios del gráfico de abajo, parece claro que sí. Y el gráfico no actualiza la escalada de precios de diciembre, que ha sobrepasado ya los 400 euros/kw/h.

Pero, además, hay que tener en cuenta varios aspectos:

1.- Eficiencia de los paneles. A mayor eficiencia, mayor generación. Depende de varios factores:

  • Fachada en la que se coloquen.
  • Inclinación respecto a la horizontal.
  • Tipo y antigüedad del panel. Con el tiempo, pierden eficiencia. A mayor calidad, menor pérdida.
  • Condiciones meteorológicas: nubes, temperatura…

2.- Hábitos diarios.

  • Cuanta más demanda eléctrica coincida con las horas de sol, más rentable es la instalación, porque no se usarán KW de la red, sino de los generados.
  • Conexión de elementos de movilidad durante el día: coches, motos, bicis, patinetes…
  • Conexión de electrodomésticos durante el día: horno, lavadora, lavaplatos, cocina vitrocerámica, microondas …

3.- Energía generada por los paneles. Hay diversos elementos que necesitan mucha energía ( coches eléctricos, horno,…) y cuyo consumo puede durar varias horas. Ese tiempo debe hacerse coincidir con las horas de mayor generación de los paneles.

4.- Almacenamiento de la energía. Actualmente, las baterías son muy caras y difíciles de amortizar, pero están evolucionando muy rápido y los precios acabarán bajando en unos años. El grafeno es el gran esperado. Aislante, superconductor, flexible, transparente, inagotable, es el material del futuro.

 

Resumiendo, el ahorro con la instalación de los paneles solares, es significativo, pues se produce por varias vías:

  • Energía generada por los paneles y que no consumes de la red. Hay que tener en cuenta que actualmente el KWH está casi a 0.40 euros/kwh.
  • Energía generada y no consumida, vertida a la red, y que la comercializadoras está obligada a comprar, aunque a un precio sensiblemente inferior al de venta.
  • Subvenciones directas a la instalación, a través de las CCAA, por la regulación del Real Decreto 477.
  • Bonificaciones municipales en el ICIO y en el IBI.

Es una cuestión de ahorro y de supervivencia en un escenario de cambio climático irreversible.

La energía solar fotovoltaica desempeñará sin duda un papel central en una nueva economía energética sostenible, 100% descarbonizada, que utilice además otras fuentes de energía renovables como la eólica y la hidroeléctrica.

 

Artículo publicado con anterioridad en LinkedIn

Qué es la neuroarquitectura y cómo puede mejorar tu vida.- Artículo de Rita Gasalla en Elle Decor

 

Rita En Elle Decor 2

Uno de los grandes aprendizajes que nos está dejando la pandemia es que el entorno en el que vivimos y trabajamos influye en nuestra salud, nuestro estado de ánimo y nuestra productividad.

¿Qué es lo que pasa en nuestro cerebro cuando día tras día tenemos que movernos en ciertos espacios cerrados? ¿Qué reacciones provocan los diferentes colores, proporciones, las vistas, la iluminación, la calidad del aire o los sonidos?

Hoy podemos responder a estas preguntas gracias a la neuroarquitectura. Podemos incluso saber cómo impactarán los espacios que estamos proyectando en las personas que los van a ocupar antes de su construcción. Esto importa ya que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), nos pasamos de promedio el 90% de nuestra vida en espacios cerrados. Nuestro entorno, el más próximo de nuestras viviendas u oficinas, y el más amplio de nuestros barrios y nuestras ciudades, impacta en nuestra salud y procesos cognitivos. Está probado, por ejemplo, que tener zonas verdes próximas reduce los niveles de cansancio mental y estrés y aumenta nuestro bienestar.

La neuroarquitectura es un área de la arquitectura que, con datos y evidencias científicas en mano, analiza de forma objetiva y sistemática cómo los espacios construidos modifican nuestras emociones y nuestras capacidades. Su objetivo es construir espacios que mejoren la productividad y el bienestar de las personas. Esta disciplina, traslada las sensaciones que nos provocan los espacios a datos medibles, lo que nos permite analizar desde el punto de vista científico qué nos provocan los espacios construidos y buscar soluciones utilizando herramientas médicas e innovaciones tecnológicas.

Artículo completo publicado en Elle Decor el 24 de enero de 2022.

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